Por Carlos G. Hernández Díaz-Ambrona, Universidad Politécnica de Madrid, itdUPM-CEIGRAM-ETSIAAB

Secretario del Centro de Innovación en Tecnología para el Desarrollo Humano de la Universidad Politécnica de Madrid. Director del Máster Universitario en Estrategias y Tecnologías para el Desarrollo: La Cooperación en un Mundo en Cambio


La agenda 2030 y los objetivos de desarrollo sostenible aplicados al sector agrario

En 2015 el plenario de las Naciones Unidas aprobó la agenda 2030. Lugar de convergencia  de las agendas del desarrollo, medio ambiente y climática. La agenda recoge diecisiete objetivos de desarrollo sostenible que deberán cumplirse en el año 2030. Por primera vez, los países aprobaban una agenda que implica a todos. A diferencia de las anteriores, sectoriales y regionales, como fueron los Objetivos de Desarrollo del Milenio para el periodo 2000-2015 que solo afectaban directamente a los países en vías de desarrollo. Esta nueva agenda es para todos. Para un mundo global. Esto se traduce que en los próximos años todas las acciones políticas y las estrategias empresariales, y particulares, deben estar alineadas con el alcance de esos objetivos. En el ámbito de la agricultura, afecta a que las políticas agrarias y ambientales estarán alineadas con la agenda, y en el mismo sentido, los programas de investigación. Es por ello pertinente conocerla con detalle. La agenda recoge 17 objetivos bajo el acrónimo de los ODS, objetivos de desarrollo sostenible.

Cada uno de estos objetivos se despliega en un conjunto de metas, un total de 169 metas. A su vez, para verificar el logro y hacer un seguimiento se han definido 232 indicadores, tanto cuantitativos como cualitativos, algunos muy claros en su medida y control y otros más difusos o de naturaleza cualitativa. Todo ello conforma el marco de la agenta 2030.

La agricultura es un sector que está vinculado, en mayor o menor medida a todos ellos, y por tanto las acciones encaminadas a su cumplimiento van a tener especial relevancia e impacto en este sector. Repasemos algunas de las cifras más destacadas que relacionan la agricultura con cada objetivo:

1: Fin de la pobreza: Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, conocida por sus siglas FAO, el 75% de la pobreza en el ámbito mundial está en zonas rurales, en zonas donde la base de su economía es la agricultura y los recursos naturales.

2: Hambre cero: Este es el objetivo más relacionado con el sector agroalimentario. Quizás el más preocupante. Sobre todo, cuando en los dos últimos años la cifra absoluta de personas que pasan hambre ha aumentado, afectando a más de 820 millones de personas. Este es un gran reto para el sector agroalimentario y la distribución de alimentos para acabar, de una vez por todas, con esta lacra.

3: Salud y bienestar: Una alimentación saludable es signo de salud. El sector agroalimentario actual ha puesto el foco en la salud y el bienestar. La seguridad alimentaria y nutricional es un gran objetivo de la agricultura. Hoy en día, aparte de los apuntados para el objetivo anterior, que no estarán en unas condiciones de salud adecuadas, la mala alimentación provoca que, según la FAO, unos 2000 millones de personas en el mundo tengan alguna disfuncionalidad alimentaria que afecta a su salud. Hoy más que nunca alimentación y salud van de la mano.

4: Educación de calidad: El acceso a la educación de calidad es crítico en el ámbito rural. El coste adicional del mantenimiento de una red adecuada de educación rural no es asumible por muchos estados, la agricultura se ve lastrada cuando las personas que trabajan en ella no han tenido acceso a una educación de calidad. El nivel de educación superior entre los trabajadores del agro es de los más bajos entre los sectores productivos, y especialmente preocupante en el caso español. Según la Encuesta sobre la Estructura de las Explotaciones Agrícolas 2016 del Instituto Nacional de Estadística solo el 1,9% de los agricultores tenía formación universitaria en agricultura y solo el 2,6% tenía algún tipo de formación profesional en agricultura.

5: Igualdad de género: La agricultura enmascara la desigualdad, aunque en el trabajo agrícola participan tanto hombres como mujeres, e incluso en zonas más remotas y difíciles la agricultura recae entre las tareas del hogar vinculada a las mujeres, la realidad de las estadísticas es que solo un 4% de mujeres son titulares de explotaciones agrarias a nivel mundial, en España esta cifra supera el 32%.

6: Agua limpia y saneamiento: Este objetivo, creamos mal formulado desde el punto de vista agrario, oculta que la agricultura es la principal usuaria de los recursos hídricos. Países como España dedican más del 70% de sus recursos hídricos a este sector, similar a otras regiones áridas.

7: Energía asequible y no contaminante: La agricultura presenta, al igual que con otros recursos, una dualidad: la posibilidad de ser fuente y sumidero a la vez. Fuente como productora de biocombustibles y de energías renovables; y sumidero por el uso energía para mejorar las condiciones de trabajo en la explotación, la producción, la conservación de los productos agroalimentarios y el transporte a los puntos de distribución. En todo caso, el uso medio que se hace de la energía en este sector es del orden del 6% de la energía total.

8: Trabajo decente y crecimiento económico: La agricultura debe ser motor de crecimiento en zonas rurales. Aunque se da la paradoja de la pobreza rural, comentada en el objetivo 1. Muchas actividades agrícolas son demandantes de mano de obra, que se realiza a veces en condiciones no adecuadas para el trabajador. En España las zonas más agrarias presentan tasas de paro superiores al 25%.

9: Industria, innovación e Infraestructuras: El subsector agroindustrial permite la transformación y la correcta conservación y distribución de los alimentos, proporcionando alimentos de calidad y saludables. En el caso de la innovación, en España el sector agroalimentario es el que más ha incrementado las innovaciones que introduce en el mercado. La infraestructura, y especialmente la de transporte, es condición necesaria para permitir el acceso a los alimentos.

10: Reducción de las desigualdades: La equidad es el gran reto del sector agrario. El agricultor no solo debe disponer de los mismos medios de producción que otros sectores, si no que sus condiciones de bienestar y acceso  a servicios, como la educación, la medicina o el ocio, deben ser equiparables al resto de la sociedad. La dualidad que vivimos con mayor población aglutinada en grandes ciudades, deja al campo vacío con serios problemas de igualdad. El abandono del campo no puede ser una opción para reducir la desigualdad.

11: Ciudades y comunidades sostenibles: El campo alimenta a las ciudades. La construcción de una sociedad sostenible pasará por  relacionar las megas urbes con la dispersión rural. Todavía la migración es clara del campo a la ciudad, en todos los países y entre ellos. Un nuevo diálogo debe ser planteado entre el campo y la ciudad.

12: Producción y consumo responsables: La agricultura sostenible es un reto es si mismo. Tenemos que aplicar la sostenibilidad a todo el sector. La sostenibilidad como criterio calificativo debe evaluarse en toda su multidisciplinariedad: agronómica, ecológica, social, ambiental, económica y política. La agricultura certificada es aún un pequeño porcentaje del sector, por ejemplo la agricultura ecológica representa poco menos del 5% del sector, aunque en España, con dos millones de hectáreas, está a la cabeza de Europa en superficie regulada por este tipo de agricultura, aunque exporta el 80% de lo producido. Alimentar a una población de más de 9000 millones de habitantes en 2050 no va a ser fácil en el marco de los objetivos de la Agenda.

13: Acción por el clima: El clima es el principal factor conductor de la producción agrícola. Cambios en el clima producen cambios en los sistemas productivos agrarios. La adaptación ha sido una herramienta inherente a la propia evolución de la agricultura, ahora cabe prestarle más atención, en todas sus posibilidades agronómicas y biotecnológicas. Por otro lado, y en la dualidad que antes hablábamos, la agricultura también puede afectar al clima. Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación todo el sector agrario aportó el 11,6 % de las emisiones de gases de efecto invernadero españolas. Las posibilidades de mitigación, fijación de carbono por la agricultura son un objetivo reciente en la agricultura. La agricultura de conservación y el no laboreo, por ejemplo han permitido incrementar el contenido de carbono en el suelo, y convertirlo en sumidero de CO2, contribuyendo a la reducción de emisiones del sector.

14: Vida submarina: Los océanos y mares representan el 75% de la superficie terrestre. Pero, actualmente, los recursos marinos y la acuicultura producen algo menos del 17% de la proteína animal consumida a escala mundial, según datos de la FAO de 2015 recogidos en el informe 2018: El estado mundial de la pesca y la acuicultura. Para alimentar a 9000 millones de personas en 2050, deberemos incrementar la presencia de productos marinos en la dieta. De esta forma estaremos cerrando ciclos, en muchos de los recursos escasos que disueltos o en suspensión en el agua acaban en los mares. La pesca es todavía un sector que está en su juventud. Solo dos países a nivel mundial, España y Japón, tienen en su dieta un equilibrio adecuado de productos de origen marino.

15: Vida de ecosistemas terrestres: Según la FAO la superficie agraria cultivada no se ha modificado en los últimos 20 años situándose en torno a los 1500 millones de hectáreas, poco más del 11% de la tierra firme, aunque esta distribución es desigual. La agricultura es el principal sector económico en el territorio, la conservación de los ecosistemas terrestres pasa por tener una agricultura productiva y rentable que no agote el suelo y el agua, es decir que sea sostenible. Para que la superficie agraria no se expanda, necesitamos incrementar la productividad y adaptar las dietas a esas ofertas. Por otro lado, las zonas marginales o abandonadas, que nunca deberían haber sido utilizadas por la agricultura, tienen que recuperarse, según la FAO (Estado Mundial del Recurso Suelo) unos 250 millones de hectáreas estarían en esa situación.

16: Paz, justicia e instituciones sólidas: La agricultura necesita estabilidad, orden y justicia. La sostenibilidad de la explotación agraria radica, en su permanencia, en la titularidad de la familia agricultora, en unos precios justos, en una cadena de valor justa, y en una seguridad jurídica y ejecutiva en todo el proceso, desde el campo a la mesa. La inseguridad del entorno rural lleva al abandono. La representatividad del territorio debe quedar clara en los sistemas políticos modernos y en sus instituciones. La política no solo debe mirar por el número de votantes sino por la interrelación con el territorio, la cuestión territorial es básica para el logro de los objetivos, no se puede ir por separado. Según la FAO la inseguridad y los conflictos armados están detrás del aumento de la población subalimentada en unos 100 millones de personas en estos dos últimos años.

17: Alianzas para lograr los objetivos: Todos debemos juntarnos para alcanzar los objetivos, los compartimentos estancos se han acabado, la globalización, un nuevo Pangea, nos obliga a trabajar entre todos para lograr los objetivos. Interprofesiones, grupos operativos son algunas de las herramientas ya lanzadas dentro del sector agrario.

Esta ha sido una primera aproximación a los objetivos de desarrollo sostenible, que tenemos que hacer nuestros e ir aportando nuestro logro de forma individual y colectiva dentro de nuestras organizaciones. Ya hemos recorrido un tercio del tiempo que tenemos y no podemos esperar más.


 

Fuente: Agricultura.