Aumentar la vida útil del producto, mejorar la seguridad y reducir el desperdicio son algunos de los propósitos que persigue esta revolución que ya está en marcha


Por Gonzalo de Diego Ramos

Al abrir un paquete de frutos secos puede que te hayas topado con una bolsita blanca en el interior con la advertencia escrita de ‘no ingerir’. No se trata de ningún regalo como los que se incluían hace tiempo en los cartones de cereales. El objeto en cuestión es un ‘sachet’ antihumedad, como los que se ponen en las cajas de zapatos, y el motivo por el que está ahí es el de prolongar el buen estado del alimento durante el mayor tiempo posible. Este objeto, que a veces pasa desapercibido, es uno de los ejemplos más simples y ya en uso de la tecnología que se conoce hoy en día como ‘envases activos’.

La función tradicional de los recipientes ha sido la de servir como barrera para retrasar el efecto que tiene el entorno exterior sobre el producto. Los envases activos, así como los denominados inteligentes, superan este concepto. Se trata de contenedores que interactúan con el alimento para extender su ciclo de vida, monitorizar su estado, informar sobre su uso y su contenido o mejorar su seguridad.

Estos avances se están implantando sin que los consumidores sean a veces conscientes

Todas estas cuestiones han preocupado siempre a la industria, pero los avances que estamos viviendo ahora llegan al paroxismo: instrumentos desecantes, anticorrosivos, absorbentes de oxígeno, envases que controlan la temperatura, etiquetas inteligentes, hologramas de seguridad, agentes antibacterianos… Todo un compendio de reacciones químicas y chips que pueden transformar una naranjapelada, cortada en gajos y envasada en una auténtica ‘naranja mecánica’.

Cuando el conservante es el contenedor

Conviene aclarar primero que los conceptos de envase activo e inteligente designan dos tipos distintos de objetos. Los primeros confieren propiedades a los alimentos o aprovechan mejor aquellas que este ya tiene. Tales envases sueltan, por ejemplo, una sustancia antimicrobiana para ralentizar el proceso de deterioro. Otras soluciones pasan por elementos que captan el oxígeno para que la comida no se ponga rancia o contenedores que expelen aromas para mantener siempre un olor agradable en su interior.

Jorge Lorenzo, responsable del Departamento de Aguas y Envases de CNTA (Centro Nacional de Tecnología y Seguridad Alimentaria), advierte, sin embargo, que la industria no puede utilizar tales soluciones para hacer trampas: “Las interacciones entre el envase y el alimento no han de enmascarar nunca un defecto o estaríamos ante un fraude”.

La implantación de estos nuevos avances se está dando paulatinamente sin que los consumidores sean a veces conscientes: “Las bolsitas antihumedad o para absorber oxígeno provocaban equívocos. La gente pensaba, por ejemplo, que se trataba de la salsa con la que podía condimentar el alimento. Por ello, los compuestos de estas bolsas se están incorporando directamente en los materiales que recubren el interior o en los tapones. Sucede lo mismo con los papeles que se emplean para absorber la sangre en las carnes”, apunta Lorenzo.

Algunos envases interactúan con los electrodomésticos dando, por ejemplo, órdenes al propio microondas

A nivel de coste, los envases activos encarecen el producto final, por lo que no se destinan a cualquier alimento. Los privilegiados son aquellos que reciben un valor añadido o una ventaja competitiva gracias al contenedor, como los perecederos (carnes, pescados, verduras y frutas) y los productos ecológicos, con una especial utilidad para estos últimos al sustituir el propio recipiente a los indeseables conservantes químicos.

Su empleo, sin embargo, en el caso de la fruta ha sido tildado de derroche. La principal crítica se da porque el fabricante elimina la protección natural que retrasa el deterioro, como la piel y la cáscara, para presentar la fruta ya lista y estéticamente atractiva. Un alimento que se aleja, en definitiva, cada vez más de su forma original: “Hay una clara tendencia a envasarlo todo, aunque en según qué productos no responde a una necesidad del producto sino del consumidor, que le resulta más cómodo comprar por ejemplo fruta cortada y pelada que una pieza en su forma original”, señala Lorenzo.

¿iFood?

Pero la revolución va más allá de estos envases activos. El segundo grupo de los nuevos contenedores, los así llamados inteligentes, prometen al consumidor una mayor información sobre lo que está comprando.

Lorenzo destaca que el canal preferido para transmitir esa información es el visual: “Se utilizan sobre todo pegatinas que detectan si la cadena de frío se ha roto o adhesivos con forma de semáforo que captan el etileno que desprenden las frutas para señalar su mayor o menor estado de maduración”. Si bien estos datos se pueden deducir por la fecha de caducidad, el experto señala que tales soluciones podrían cambiar en algunos casos las reglas de compra y venta, y que un mismo producto se pueda adquirir en el futuro a uno u otro precio en función de su frescura.

Señala Lorenzo que, en las últimas ferias sobre contenedores activos e inteligentes, una de las tendencias más destacadas ha sido la de los envases que incorporan pequeños chips. Estos dispositivos interactúan con los electrodomésticos permitiendo, por ejemplo, que una nevera inteligente realice un inventario completo e indique a su propietario qué productos debería reponer, o también dar las órdenes al horno microondas para que el alimento se caliente con la potencia y el tiempo que el fabricante recomienda.

En vista de estos avances relacionados directamente con la así llamada revolución del internet de las cosas, ¿podría el cartón de leche que compramos en el supermercado ser objeto de ‘hacking’ en el futuro? “La industria no lo contempla por el momento”, nos responde Lorenzo con una sonrisa. “Con todo, las empresas alimentarias no son ajenas a esta cuestión y a otras que pueden afectar a la seguridad de sus productos. Pero este es un tema que va mucho más allá de los envases inteligentes”, puntualiza.

 

Fuente: El confidencial