Fernando Burgaz. Ingeniero Agrónomo

El sistema alimentario está sometido a un proceso de permanente cambio fruto de muy diversas circunstancias, que obliga a todos los agentes que lo integran a una permanente innovación, si no quieren perder competitividad.

La innovación que constituye una palanca imprescindible para el desarrollo y la supervivencia empresarial, no termina nunca ya que la clave de su éxito radica en trabajar cada día para afrontar de forma eficiente los retos del futuro.

Los operadores de la cadena alimentaria han sabido responder, hasta ahora, de forma exitosa a los retos de la innovación, y de hecho las empresas de la alimentación constituyen un sector que está considerado como un referente en materia de progreso e innovación.

Las empresas han avanzado mucho en esta materia, pero todavía hay un lago camino por recorrer, por ello, con el ánimo de conocer con detalle el distinto comportamiento de los diferentes operadores que constituyen el sistema alimentario, analizar algunas de sus debilidades y constatar su evolución en el tiempo, se trata en este texto de objetivar el grado de compromiso de las empresas con la innovación, así como mostrar las causas que están frenando su desarrollo.

Gracias a los datos aportados por el INE, en sus Encuestas sobre Innovación en las Empresas, es posible conocer y cuantificar las actividades innovadoras desarrollas por la agricultura, la industria alimentaria, el comercio y la hostelería, sectores que integran el sistema alimentario1.

Uno de los parámetros que mejor nos definen el grado de compromiso con la innovación, es el definido como “intensidad de la innovación”, que se expresa mediante el porcentaje que suponen los gastos en actividades innovadoras respecto de la cifra total de negocio.

La evolución temporal de ese esfuerzo innovador, para los cuatro sectores considerados, nos muestra, tal como puede verse en el gráfico adjunto, una tendencia decreciente con un pequeño cambio en el último año, de estabilidad o de un ligero repunte.

La industria de alimentación, bebidas y tabaco presenta la mayor tasa de inversión, situada en el 0,57% en 2016, lejos del 0,91% alcanzado en 2008, y a una importante distancia de la tasa del conjunto de empresas que, en 2016, se sitúo en el 0,89%.

Entre el resto de los sectores de actividad sólo la agricultura, ganadería, silvicultura y pesca, mantiene unos valores próximos a los de la industria, habiéndola incluso superado en algunos años, con un 0,41% en 2016. El comercio y la hostelería caen en su esfuerzo innovador hasta valores que en 2016 se situaron en el 0,13 y 0,03%, respectivamente.

Hay que señalar sin embargo que, pese al descenso relativo en la intensidad de la innovación que se registra en los diferentes sectores, gracias al incremento en los niveles de facturación sectorial, las empresas innovadoras han venido incrementado su inversión en innovación. Los datos correspondientes a 2016 nos muestran que la inversión media en innovación tecnológica, realizada por las empresas innovadoras, alcanzó los 204.000€ en el sector de la agricultura, ganadería, silvicultura y pesca (con un incremento del 82% respecto de 2008); 515.000€ por parte de la industria de alimentación, bebidas y tabaco (un 26% más que en 2008); 209.000€ por parte del comercio (el 14% de incremento de lo gastado en 2008); y 22.000€ por parte de la hostelería. Cantidades muy inferiores, sin embargo, a la inversión en innovación realizada por el conjunto de las empresas innovadoras, que destinaron una media de 750.000€, lo que supuso un aumento del 59% respecto a 2008.

Como es lógico, el esfuerzo de las empresas en el desarrollo de nuevos productos y en la mejora de los ya existentes, está orientado a lograr un impacto positivo en sus resultados económicos. Esto se ha conseguido especialmente en la industria alimentaria, y en menor grado en los otros tres sectores. De tal manera que en 2016 el 17,2% de la facturación de las industrias alimentarias provenía de productos nuevos o mejorados, con una evidente tendencia creciente y una evolución alineada con la del conjunto de las empresas, tal como queda reflejado en el gráfico adjunto. En el caso del comercio, con una tendencia ligeramente creciente, el valor fue del 7,2%. Situándose en el 4,3% para la agricultura y del 1,7% para la hostelería.

Del análisis global del conjunto de la información disponible para la industria alimentaria se constata un decalaje de unos 5 años, entre el momento de la inversión en innovación tecnológica y la obtención de beneficios. Un freno importante, sin duda, al impulso innovador de las empresas.

La innovación, como todo proceso empresarial que implica cambios e inversión, requiere de ciertos procedimientos y requisitos para su puesta en marcha. Por ello, existe un número importante de factores que pueden dificultar el desarrollo de proyectos de innovación o influir en la decisión de innovar. Factores bien conocidos a través de las encuestas y que se pueden agrupar en tres epígrafes, según afecten al coste, al conocimiento o al mercado.

La última Encuesta sobre Innovación disponible, nos cuantifica la importancia que las empresas dieron a dichos factores en el periodo 2014-2016, en unos valores, para los cuatro sectores considerados, que se reflejan en el gráfico adjunto.

Las razones declaradas por los empresarios como causas que limitan las actividades de innovación tecnológica se concretan, con mayor o menor incidencia, en tres grupos de factores: los relativos a su elevado coste y la no disponibilidad de fondos; los correspondientes a la demanda, bien por la incertidumbre que acompaña a cualquier novedad o por considerar que no existe demanda que justifique nuevas iniciativas; y los derivados de la existencia de empresas que dominan el mercado, destacando este último factor entre las industrias alimentarias y las empresas agrícolas.

En el marco en el que las empresas del sistema alimentario deben desarrollar su actividad, que obliga a todos los agentes de la cadena a un permanente cambio para no perder competitividad, la innovación se presenta como una de las herramientas fundamentales para la supervivencia del sector.

En este sentido, es importante tener en cuenta que la eficacia de la innovación se ve incrementada si se realiza mediante la cooperación entre los distintos eslabones de la cadena de suministro. Por ello, las asociaciones sectoriales deberían comprometerse en un trabajo conjunto que permitiera impulsar la formalización de un “Pacto multisectorial por la innovación en el Sistema Alimentario” que, basado en la colaboración y cooperación entre los diferentes actores, contribuyese a que el conjunto del sector fuese un auténtico referente de la innovación, y que pusiera en valor aquella innovación que, siendo aportada por unos u otros agentes de la cadena, beneficia al conjunto de los operadores.

Como se señalaba al comienzo, el sistema alimentario está sometido a cambios de muy diversa índole y su supervivencia requiere de mayores esfuerzos por innovar y de nuevas estrategias para su impulso. Estrategias que deben surgir de los propios operadores, a través de alianzas y de acuerdos de colaboración entre productores, fabricantes, distribuidores y restauradores, ya que así seremos más eficaces en la innovación.

1Los sectores analizados se corresponden con los siguientes grupos de la Clasificación Nacional de Actividades Económicas, que se recogen en las encuestas del INE sobre innovación en las empresas: Total empresas; Agricultura, ganadería, silvicultura y pesca; Alimentación, bebidas y tabaco; Comercio (en su totalidad y, por tanto, incluye también otros sectores además del alimentario); y Hostelería.

Fuente: qcom