El registro de productos fitosanitarios en agricultura es un elemento clave en el desarrollo, la gestión y el avance del sector agroalimentario. Su importancia ha adquirido un peso todavía más determinante en los últimos años, en un contexto marcado por los efectos del cambio climático en el futuro social, medioambiental y económico del planeta.

El análisis de las consecuencias del cambio climático cuenta con una amplia base documental en forma de estudios e investigaciones que están íntimamente ligadas al sector productivo agrícola. Lo hacen desde un prisma que puede ser resumido en dos dimensiones. Por una parte, el uso abusivo de abonos y fertilizantes químicos que la agricultura ha realizado durante décadas ha contribuido al empeoramiento de la calidad de los suelos y la contaminación del aire y los acuíferos, entre otros factores.

La producción agrícola tiene una parte de responsabilidad en los efectos del cambio climático que llegan de forma más visible hasta nuestros días. No obstante, si lo analizamos desde esa segunda dimensión del prisma, es evidente que la agricultura ha sido duramente golpeada por esas mismas consecuencias del cambio climático en la forma de aumento en la presión de plagas y enfermedades, aparición de nuevas resistencias y reducción notable de la producción, además del endurecimiento de las sequías y la alteración de los ciclos hídricos.

El registro de productos fitosanitarios aparece como un elemento transversal entre estos dos prismas, pues hablamos de un mercado agrícola cada vez más regulado por normativas nacionales y supranacionales. En este sentido, el registro de productos fitosanitarios en agricultura es un aval que indica que los productos que se emplean para el tratamiento de las cosechas en la lucha contra plagas y enfermedades cumplen con todos los requisitos para la producción segura de alimentos o, en otras palabras, que están adaptados a las necesidades de cada país y mercado.

El reto de la nueva agricultura

El reto de la nueva agricultura es producir alimentos en las óptimas condiciones de calidad, cantidad y costes, incluyendo en el concepto de calidad el cumplimiento de los límites máximos de residuos (LMRs) permitidos por el país de destino de la mercancía, pero también los requeridos por el propio cliente, que exige niveles incluso mucho más bajos de los tipificados.

En este sentido, la legislación europea juega un papel fundamental en el establecimiento del marco normativo en el cual se producen las relaciones entre los consumidores y la industria productora y auxiliar.

Un repaso somero por el marco regulatorio nos lleva hasta la Directiva 91/414/CE, que sirvió para fijar un sistema único de registro de todas las sustancias activas que se comercializaban dentro de la UE. Esta revisión afectó al 75% de las materias activas, especialmente los insecticidas, acaricidas y nematicidas, cuyo perfil presentaba un impacto más negativo sobre la salud de las personas y el medio ambiente.

El registro de productos fitosanitarios: la convivencia dentro del marco legislativo comunitario

Posteriormente, el Parlamento Europeo aprobó el Reglamento 1107/2009 sobre productos fitosanitarios que regula la comercialización y uso de estos productos en el marco temporal de las dos próximas décadas. El nuevo Reglamento supone una evolución, en tanto que deroga la Directiva anterior. Establece el procedimiento y los requisitos para la aprobación comunitaria de sustancias activas, protectoras y sinergistas, fijando unos criterios de corte sanitario y medioambiental para poder ser aprobadas.

Así, el nuevo Reglamento representa una nueva revisión de las materias activas que avanza hacia la eliminación de aquellas que presentan un mayor componente toxicológico y de impacto negativo para la salud de las personas, el medio ambiente y las especies animales.

Actualmente en la UE existen 493 sustancias activas aprobadas para la protección de los cultivos si bien, en virtud de la revisión de las materias activas que prevé el Reglamento, esa cifra se irá reduciendo de forma progresiva.

En la práctica, esto supone la desaparición paulatina de una serie de herramientas de las que disponen los agricultores y productores para el control de plagas y enfermedades. Desaparecen aquellos productos fitosanitarios de síntesis química cuyas sustancias activas dejan de estar autorizadas a nivel comunitario, por lo que la agricultura necesita de nuevas herramientas capaces de sostener el modelo de producción agrícola bajo criterios mucho más restrictivos.

La experiencia de Seipasa en el registro de productos fitosanitarios ha pasado por anticiparse a las restricciones que la legislación europea ha ido introduciendo. Dedicada al desarrollo, formulación y fabricación de soluciones naturales para la agricultura desde su fundación hace 20 años, Seipasa ha trabajado para poner en el mercado productos registrados que, siendo igualmente eficaces, se alineen con el nuevo marco normativo en sus implicaciones con el medio ambiente y la sociedad con el objetivo de reducir el impacto que para la agricultura ha representado la pérdida progresiva de sustancias activas.

La compañía acumula 15 años de experiencia en el registro de soluciones biopesticidas a nivel global. Seipasa dispone de registro de productos fitosanitarios en países como Estados Unidos, México, Perú, Marruecos, España, Italia, Francia o Reino Unido. Esto implica disponer de soluciones adaptadas a las necesidades de cada mercado y autorizadas para su uso y comercialización en las explotaciones más exigentes del planeta. Asimismo, existen procesos en marcha para la obtención de nuevos registros en países como Chile, Turquía, Grecia o Chipre.

El registro de productos fitosanitarios en agricultura

Mapa mundial de registros fitosanitarios de Seipasa. En color verde, países donde la compañía dispone actualmente de registros. En amarillo figuran los países donde existen procesos en marcha para que los registros lleguen próximamente.

Nuevos retos de futuro

En este punto, es relevante el caso de Fungisei, un fungicida biológico de nueva generación desarrollado a partir de una cepa propia de Bacillus subtilis que, una vez obtenido el correspondiente registro fitosanitario, se convertirá en una de las 13 sustancias consideradas low risk dentro del Reglamento 1107/2009.

A partir de la experiencia acumulada, los retos para una compañía como Seipasa pasan por trabajar junto con el resto de la industria hacia la armonización de los requisitos en el proceso de registro de productos fitosanitarios biopesticidas a nivel global.

En la actualidad, las sustancias activas se autorizan a nivel comunitario, pero los productos fitosanitarios que contienen estas sustancias activas necesitan autorización individualizada por parte de cada uno de los estados miembros.

A la disparidad de criterios en cada uno de los países hay que añadir la elevada inversión económica y de tiempo, lo que convierte el proceso de registro de productos fitosanitarios en una auténtica carrera de obstáculos para compañías de tamaño medio como Seipasa.

Se trata de procesos que pueden alargarse entre 8 y 10 años desde el desarrollo del formulado hasta el lanzamiento del producto al mercado con criterios de rentabilidad. Al horizonte temporal conviene sumarle una inversión que puede rondar los 11 millones de dólares.

Nos encontramos ante un escenario que, en la práctica, no solo ralentiza la llegada de nuevas soluciones para los agricultores, sino que encarece el precio de las alternativas que el mercado necesita bajo los nuevos criterios legislativos.

Los desafíos del cambio climático en la agricultura obligan a la generación de nuevas herramientas alineadas con la sostenibilidad y el marco legislativo comunitario. La experiencia de compañías como Seipasa está basada en el diseño de soluciones bioinsecticidas y biofungicidas registradas capaces de reemplazar la pérdida progresiva de sustancias activas impuesta por la normativa europea. El reto pasa por hacerlo en un mercado mucho más armonizado donde converjan los criterios de registro.

 

 

Fuente: Blog Seipasa