Se puede reciclar, compostar e incluso, biodegradar en el entorno marino. Así es el nuevo plástico que se está construyendo en el centro de innovación de Ecoembes, TheCircularLab, afincado en la ciudad de Logroño (La Rioja). El fin de este nuevo proyecto es contribuir a que los envases del futuro sean cada vez más sostenibles, y por tanto a eliminar el impacto negativo que tienen en el medio ambiente.
La característica principal y novedosa de este nuevo plástico es que es un material biobasado, es decir, se obtiene a partir de residuos vegetales como zanahorias, patatas o cualquier otro desperdicio vegetal, en lugar de petróleo. Para llevar a cabo su fabricación, los investigadores de este centro de innovación, junto con especialistas del centro tecnológico AINIA, han partido de un residuo vegetal procedente de mercados municipales y que ya no pueden usarse para la venta al público por estar en mal estado o en proceso de descomposición.
«Los bioplásticos son todos aquellos que tienen origen vegetal o que son biodegradables. Sin embargo, este nuevo material es el único que es bio-bio, ya que cumple con las dos características», añade García. El que sea un material que provenga de materia 100% orgánica en descomposición podría ser, según apuntan los expertos del proyecto, una alternativa para tratar los residuos provenientes de mercados municipales y otras instalaciones en las que se generan grandes cantidades de este tipo de desechos. De esta forma, se contribuiría no sólo a que sean reciclados, sino también a aminorar el desperdicio alimentario cotidiano.
Además, este hecho ayudaría también a sentar las bases de toda una revolución en el ámbito de la economía circular. Porque «un mundo circular es posible», sostiene Óscar Martín, consejero delegado de Ecoembes. «Debemos dejar atrás la filosofía del producir, usar y tirar para adentrarnos en el nuevo paradigma de la economía circular y poder así ser capaces de responder a desafíos ambientales como el cambio climático, la contaminación o el uso eficiente de la energía», dijo. Por ello, la creación de este nuevo plástico supone «toda una revolución».
La elaboración de este nuevo plástico empezó hace seis meses y se encuentra aún en fase de prototipo. Según estima García, en un plazo de unos cinco años podrá estar disponible para el uso común; una vez haya pasado todos los controles de seguridad y la legislación pertinente. «El nuevo plástico sostenible es el germen de nuevos desarrollos basados en el diseño circular, y uno de los ejemplos de cómo serán los envases en el futuro», afirma Zacarías Torbado, coordinador de TheCircularLab.
Para conseguir este nuevo material, se tritura el residuo vegetal y se extrae su glucosa, la cual sirve de alimento para un microorganismo que se encarga de producir el biopolímero con el que se fabrica. Este nuevo plástico está destinado para que se pueda usar en la fabricación de envases como botellas o bandejas para alimentación y bebidas, al igual que el resto de envases de plástico. La diferencia es que además de reciclarse, este nuevo plástico se podrá compostar e incluso biodegrar en el mar.
«Esto no significa que no haya que reciclarlos, quiere decir que si, por algún motivo, estos envases caen en el mar, se biodegradarían. Pero, insisto, hay que reciclarlos», explica Luis Gil, del departamento de tecnologías del envase de Ainia. Este nuevo material, añade el experto, forma parte de la corriente de intentar usar los menos materiales posibles, de reciclar todo lo que sea posible y de usar materiales biodegradables. «Es una solución más hacia una tendencia que nos está marcando la Comisión Europea y el Medio Ambiente», cuenta.
Según explica el profesional, “el plástico tiene unas características muy importantes en la conservación de los alimentos, por ejemplo, una carne, se conserva mejor en un envase de plástico”. Por lo que éste no es malo para el Medio Ambiente, es decir, “lo que es malo es la gestión que hacemos de él. Por lo que es fundamental gestionarlo de forma correcta. Si el plástico se recicla no pasa nada, pero la concienciación aún debe ser mayor, porque no reciclamos todos lo que se necesita y debemos reciclar todo el plástico que llegue a nuestras manos”, concluye.
Un motor para la economía circular
El 17 de mayo de 2017, coincidiendo con el Día Mundial de Reciclaje, abrió sus puertas TheCircularLab, el centro de innovación de Economía Circular de Ecoembes, que es además, pionero en toda Europa. Desde su comienzo, se han puesto en marcha más de 100 proyectos; se ha creado un ecosistema de emprendimiento del que forman parte más de 200 colaboradores externos, 55 estudiantes, y una comunidad de 20 emprendedores, seleccionados entre más de 150 de los cinco continentes, que se enmarcan en la aceleradora de start-ups que posee el centro. Este centro se basa en un ecosistema de innovación abierta e investiga sobre cuatro líneas de innovación. (1) Envase del futuro, (2) Smartwaste (gestión inteligente de residuos), (3) Ciencia ciudadana y (4) Emprendimiento, a través de sus programas de aceleración de startups. Todo con el objetivo de impulsar la economía circular a través del reciclaje, y en concreto, de los envases: hacer envases más sostenibles para el medio ambiente.
Fuente: El Mundo