Las aplicaciones médicas del cáñamo llevan a los países a actualizar sus leyes y abrirse a un mercado en expansión

Seguramente no le diga nada que un medicamento, una crema o un inhalador esté hecho a base de los principios activos THC, CBD o CBN. Pero todos forman parte de un mercado multimillonario en plena expansión y provienen de la misma planta: el cannabis. Cuando Reino Unido ha empezado a recetar medicamentos a base de la planta, Israel, Alemania, Portugal o algunos estados de EE.UU. han visto ya el filón y están apostando por su cultivo para fines medicinales.

«El precio del cannabis es muy alto y existe un alto gasto de entrada en el negocio, pero desde luego es mucho más rentable que cualquier otro cultivo tradicional. Mira a cuánto se vende el kilo de tomate», explica Stefan Meyer, director general de Phytoplant, una de las pocas empresas en España con licencia para el cultivo e investigación del cannabis. Porque, aunque autorizadas casi a cuentagotas, existen en el país 20.000 hectáreas de cultivos legales y blindados destinados únicamente a la investigación para fines médicos de la planta. De las cuatro empresas que trabajan con ella, solo una (Alcaliber), tiene el permiso de la Agencia Española del Medicamento para exportar, y así lo hacen con el 93% de su producción. «En este momento en España el cannabis no tiene ninguna salida», asegura Meyer.

España se rige por la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes de la ONU, redactada tres años antes de que se demostraran los beneficios del THC, lamenta Meyer. El texto, que pretendía limitar los posibles usos ilícitos de la marihuana, prohibía la explotación del cannabis salvo en casos excepcionales de investigación y uso médico. Ahora en el sector se quejan de que es una norma muy restrictiva. Cada vez más países están desarrollando su propia legislación. «Se empieza a notar que hace falta actualizar las reglas del juego», dice Meyer.

Cada vez más explotaciones

Israel, tras un largo proceso regulatorio, inauguró hace apenas unos meses la mayor plantación de cannabis para uso médico del mundo: unos 90.000 metros cuadrados de superficie para producir 80 toneladas al año de cáñamoPortugal, que hace unos meses legisló a favor de la distribución de medicamentos a base de cannabis, tiene en marcha desde el año pasado una plantación de 10.000 metros cuadrados a las afueras de Coímbra, gestionada por la multinacional Tilrey y apoyada por el gobierno luso. Y en Alemania, en donde el año pasado se flexibilizó la prescripción de estos fármacos, también se creó una agencia estatal del cannabis para centralizar el control de los cultivos. Líbano, por su parte, legalizará estas plantaciones después de que la consultora McKinsey sugiriera la actividad como una oportunidad para impulsar su maltrecha economía.

El gasto en cannabis legal en todo el mundo llegará a los 57 mil millones de dólares en 2027 (unos 49 mil millones de euros), según las proyecciones de la consultora Arcview Research. De esa cifra, el 33% del gasto corresponderá solo al uso terapéutico, un mercado en el que Europa será líder frente a EE.UU. y Canadá, que tendrán más cuota en el uso recreativo. «Alemania se ha posicionado como líder del mercado europeo de cannabis medicinal y se espera que Italia ocupe el segundo lugar con 1.2oo millones de dóalares en ventas para 2027», decía un informe de la firma el año pasado. Bélgica, Croacia, República Checa, Finlandia y Polonia eran otros de los países con más potencial en el mercado, según el informe. Hay cerca de una treintena de países legislando su uso terapéutico, aunque estas estimaciones también incluyen la proyección para el cannabis de uso recreativo.

La apertura de las legislaciones estatales y las estimaciones económicas no han pasado desapercibidas para algunas multinacionales. Constellation Brands, propietaria de la cervecera Corona, invirtió 4.000 millones de dólares en la productora canadiense Canopy Growth Corp. Con esta inversión, la mayor hasta la fecha en el sector del cannabis, la firma demostraba su creencia en la «tremenda oportunidad de crecimiento» que representa este mercado.

Sin embargo, globalizar el negocio del cannabis medicinal hoy aún es complicado. Cada país está imponiendo sus propias reglas: «La decisión de Líbano no sé si es la solución porque quizá luego no pueda exportar. En Alemania, por ejemplo, han establecido condiciones de filtrado de aire y de calidad muy concretas, y si no lo cumples no puedes exportar», dice Meyer.

Reconvertir cultivos

En España se dan las condiciones de temperatura idóneas que requiere la planta. No es exigente con la calidad del suelo y sí con las condiciones de luz, por eso en el Colegio de Ingenieros Agrónomos de Castilla y León creen que es «interesante» como cultivo alternativo. «Podría ser una alternativa a la remolacha, que está perdiendo valor y rentabilidad», dicen desde la institución.

En España existen 120.000 consumidores de cannabis terapéutico, según las estimaciones del Observatorio Español de Cannabis Medicinal. «Los pacientes no tenemos acceso, estamos comprando el cannabis en el mercado negro, con inseguridad jurídica y sanitaria», dice su presidenta Carola Pérez. El Observatorio apuesta por la creación de una agencia estatal del cannabis, auditorias a los productores y favorecer la competencia para que bajen precios. «Ahora están carísimos. El sativex (contra la esclerosis múltiple y el único fármaco aprobado en España) cuesta unos 510 euros a la semana».

Fuente: ABC